María Soto Juguera, Premio al Reconocimiento Profesional Femenino

“Mi mayor satisfacción es mantener viva la tradición joyera familiar”

El reconocimiento se ha otorgado a una mujer que, al frente de Las Granadas de María, ha conseguido posicionar su taller familiar de joyería como uno de los referentes de Granada.

La historia de María Soto Juguera es una historia de reinvención y de vuelta a los orígenes. Hace 15 años recuperó la bonita tradición familiar de realizar granadas en plata. Ante la inminente jubilación de su padre, dejó su trabajo en el sector de las telecomunicaciones y se presentó en el taller que fundó su bisabuelo en 1926. Su padre y abuelo fueron sus maestros y pasó a ser la cuarta generación de artesanos y la primera mujer en entrar a trabajar en el taller en toda su historia.

María ha respirado las técnicas y la manera de entender la joyería artesanal desde pequeñita. Cuando decidió retomar la actividad en el taller, su padre, quien ha sido su gran maestro, le enseñó el oficio que ha enriquecido con su punto de vista, un poco más contemporáneo y femenino.

 

María ha mantenido la esencia del taller de joyería familiar. Y también ha innovado. ¿Cómo ha sido tu trayectoria?

Trabajaba en un sector totalmente distinto y, cuando mi padre se jubiló, la tradición artesana familiar iba a desaparecer. Siempre me ha gustado el trabajo en el taller y decidí retomar la actividad con la ayuda y las enseñanzas de mi padre. Además de mantener la confección artesanal de las granadas de plata, ampliamos la gama de joyería con nuevas piezas como pendientes, collares y pulseras. Ha tenido mucho éxito. Todas las piezas las hago en el taller. El primer año ya teníamos una cartera de clientes interesante y, poco a poco, ha ido creciendo. Actualmente, comercializamos online a través de www.lasgranadasdemaría.com, en el taller y en tiendas de artesanía. Nuestro propósito siempre es que el visitante a Granada se lleve un recuerdo bello, elaborado con mimo, con amor, estético… que contenga la esencia de nuestra bonita ciudad y pueda lucirlo con orgullo.

 

 

¿Te has encontrado con algunas barreras por el hecho de ser mujer a lo largo de tu carrera profesional?

En mi familia siempre habían pensado que “la artesanía era trabajo de hombres”. Pero cuando les propuse a mi abuelo y mi padre que quería dedicarme al taller les hizo mucha ilusión y me ayudaron. En una ocasión, un joyero antiguo de la ciudad me miró las manos porque no creía que fuera yo quien hiciera las granadas. Fue una anécdota. Siempre he tenido experiencias positivas y buenas relaciones con otros negocios.

 

¿Qué ha significado para ti recibir este premio al reconocimiento profesional femenino?

Me hizo mucha ilusión. Al principio pensé bastante presentar la candidatura porque cuando eres artesana te cuesta mucho verte como empresaria. Recibir un premio te da alegría y ese empujoncito de considerarte una empresa. Me han felicitado muchas personas y eso siempre gusta.

 

¿Quiénes son tus referentes?

Mis referentes son mi familia. Su tesón y su buen hacer siempre han sido mi mejor ejemplo y mi estímulo para seguir adelante.

 

¿Cuál es la mayor satisfacción que te brinda este trabajo?

La mayor satisfacción es mantener la tradición joyera familiar. Somos una familia muy grande y este trabajo ha dado de comer a muchas familias durante décadas. Mi mayor satisfacción es que no se pierda esta artesanía y siga estando viva a través de mi trabajo.

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